
Mis papás nos enviaron, nuevamente, cositas desde Chile, para que no echemos tanto de menos. En la mochila de nuestro amigo llegaron unos locos en conserva, un tarro de manjar, una botella de pisco y unos The Clinic para Rho.
El día que llegó Javier estuvo muy nublado, con frío y viento, algo raro porque pensabamos que la primavera ya había llegado para quedarse (como dice una la chica de la residencia donde vivimos: "Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo, y si vuelve a llover, vuelvetelo a poner") así que sólo fuimos a pasear a la casa Battló y la Pedrera. Después regresamos al trabajo para volver a juntarnos por la tarde a tomar "onces" con Javier y su amiga, unos excellentes panqueques con manjar. Todo esto sorprendió a la española, ya que acá no conocen el concepto de "tomar once", para nada...
Barb.
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